de Felipe Alvarez de Toledo
Sentado aquí, en el lecho de mi muerte,
Observando el inmenso mar,
Con un pasaje intransferible, no retornable,
Miro un cadaver por crear.
El barquero nos llama a bordo,
¿Adonde vamos? - Decido preguntar -
¿Podría haber elegido otro destino?
Responde él: Los destinos se forjan al andar,
Este es un barco con rumbo desconocido;
Su tripulación, lista está
Para enfrentarse al vacío,
Asi que, ¡Desplegad las velas, las anclas, izad!
Entonces zarpamos, decididos
A enfrentarnos a lo desconocido,
Pues todo lo conocido de este mundo
No desaparecerá.