Sunday 18 October 2009

Abismo

Today, I write in Spanish.

Urgencias. Uno entra, imaginandose una larga espera, pero es atendido en cuestion de minutos (es domingo, es temprano, no hay otra explicación). Recibe una pulsera con sus datos, las puntas del adhesivo se le agarran a la piel, sigue las lineas amarillas en el suelo y toma un ascensor negro, subiendo hasta el cuarto piso del abismo para encontrarse en
Traumatología/Otorrinolaringología. Después de hablar con la secretaria, desemboca en otra sala de espera. Las paredes son de baldosas de un marrón feo hasta la mitad, donde sigue con la pared pintada del blanco tradicional, típico de edificios de principios de siglo. Las ventanas son de un vidrio opaco, otorgandole al hospital un aspecto lúgubre poco apropiado para un sitio a donde la gente se viene a curar.
Hay diez sillas, aproximadamente, y en aproximadamente cada una de ellas se encuentran (aproximadamente) diez personas. Lo primero que uno ve son los ojos rojos de un paquistaní que se sujeta la mano fuertemente con un pañuelo. Las tres ancianas del grupo son las más charlatanas, y se dedican a conversar con una joven sentada a un ángulo de noventa grados de ellas que va con el novio. Hay un par de personas más, y estamos yo y mi padre, de pie. Se reconocen los doctores de urgencias, que vuelan por el hospital con sillas y tumbonas que teleportan pacientes ensangrentados y heridos. Pasa uno con el pie enyesado y con una uña bastante decrépita.
El paquistaní (en Barcelona cualquier persona de piel oscura y acento extraño es paquistaní, y dueño de una tienda) está llorando. Intenta explicar algo entre sollozos: aparentemente, se cortó el dedo.
Uf, piensa uno.
-No, no, pero no solo se cortó el dedo...
Dice la vieja sentada a su izquierda. La joven pregunta si se trajo el pedazo de dedo.
El paquistaní explica que estaba con una maquina de embutidos, y que se lo cortó hasta la mitad de la uña.
Traduce la vieja de la izquierda:
-Es que el dedo quedó triturado, no quedó pedazo. Por eso duele más.

Dicen mi nombre, y después de echarme bronca porque lo mío no es urgencia (concuerdo, y culpo a mis padres por haberme llevado-- mi madre insistió después que igualmente una infección me podía perforar el oído) me dicen que vuelva a la sala de espera, porque el doctor tardará ("Y más aún por lo tuyo", me dice la enfermera).
Ahora solo habla la anciana alfa (la que una vez estuvo al lado del paquistaní- él ya no está más, y ha habido un reagrupamiento de asientos, todas las viejas se sientan juntas). Su marido se rompió el pie y se hirió la cabeza porque no quería soltar un vaso cuando se cayó por las escaleras. Ahí caí en que era el de la uña chunga. Anteriormente, la doctora le había estado retando. "Otra vez el vaso? Mejor que se rompa el vaso antes de que se le rompa la cabeza", decía.
La esposa de este hombre también había dicho nosequé sobre algo 'metastasisando', y honestamente espero por lo menos que no hablara de su esposo, justo era lo que le faltaba. Ella había perdido sueño por todo esto la noche pasada.
Ahora llaman a que pase el novio de la joven. A él se le había caido una lampara en la cabeza. Estaba mareado. Eso, en realidad, es peligroso, ya que se le podría formar un hematoma, y este le podría bloquear la sangre a alguna parte del cerebro, causando un derrame. "A mi amiga le pasó", dice una vieja secundaria. "¿Ha sangrado? Mejor que sangre," dice otra.
Han traido, en silla de ruedas, a un hombre que había visto en urgencias. Este se había caido de una bicicleta, era uno de los pacientes softcore, como yo. La verdad es que los pacientes de este hospital tenían todos algo que contar, pero sus historias no me daban pena, ni miedo o asco, sino ganas de escuchar más. Lo que sí impresionaba eran las baldosas aquellas marrones, y la luz turbadora que impregnaba al lugar, que parecía oscurecer más que iluminar.
Pasa una vieja en camilla con una venda ensangrentada en la frente, flotando con uno de los doctores que vuelan por el hospital. Le señalo la hora a mi padre, nos tenemos que ir. Cancelamos el turno y bajamos por unas escaleras metalicas, oscuras, rodeadas de baldosas marrones...

2 comments:

Peperina said...

me gustó, como en un lugar tan frío como es una clínica o hospital, había algo más allá. No me sale la palabra pero estoy con la cabeza quemada por teología y analizar Sons & Lovers (btw, te lo recomiendo)
besos

p.d: lo de la foto era a propósito jajajajajajajaja :P

Anonymous said...

qué linda aventura ♥
me acuerdo cuando me tuve que hacer puntos pasó justo un chico que le habían abrochado toda la cabeza :/